Una jornada de pesca en El Quisco

miércoles, 29 de octubre de 2008

SUSURROS DEL SILENCIO.

Quien no ha escuchado alguna vez en una conversación, el comentario sobre el ruido del silencio, es decir donde existe el silencio más absoluto , el ser humano escucha un ruido o su mente o imaginación lo engaña, ¿ cual es está situación cabe preguntarse ?.


Para analizar lo antes señalado nos remontamos a la memoria para analizar el pasado de nuestras experiencias, la cual nos entrega recuerdos y o nos quedamos en blanco dependiendo de las experiencias vividas por cada persona en particular y las áreas donde ha convivido, próximo a la naturaleza agreste o en la ciudad donde el ruido es permanente.


Los recuerdos de mi memoria se evidenciaron cuando viví en la región de O”Higgins, en Pangal, zona cordillerana al Cajón de Las Leñas y además cuando trabaje en Talca en la Tenencia Laguna del Maule, como asimismo me desplace por nuestro amplio desierto nortino en varias oportunidades al internarnos en diferentes medios de transportes y nos deteníamos extasiados ha observar mudos la naturaleza, nos invadía la inmensidad de está, escuchábamos un susurro tenue en el más absoluto silencio y está situación nos hacia empequeñecer ante tanta magnificencia de la naturaleza y lo lejano del vivir humano, ya que estábamos solos y sentíamos la presión de la soledad y la pequeñez y la in defección del ser humano ante esta , percibiendo solo el susurro de silencio, que no sabemos explicar, si es el viento entre la piedras , las hojas de los árboles o el caminar lentamente del agua del estero.

Para las personas amantes de la naturaleza generalmente repetimos esta experiencia muchas veces, ya sea por ser meros observadores o realizar algún deporte alejado del mundanal ruido de la vida citarina, al ingresamos a los diferentes ambientes de la naturaleza volvemos a repetir la experiencia de escuchar el susurro del silencio.

Como amigo de los pescadores muchas veces los acompañado a sus actividades de trabajo o por mera entretención, la situación antes comentadas se aprecia en las noches de pesca anclados o al garete , cuando el cielo engalanado de estrellas o en la más infinita oscuridad nos cubre como techo y también cuando nos acercamos a la costa desierta donde el mar lame la rocas y la arena suavemente en los momentos que las aves suspendidas en el cielo se mecen en el aire sin lanzar sus reclamos y los lobos en las rocas de descanso solo se dedican a dormir. El arriero de la cordillera en su andar cansino tras el rebaño en las altas cumbres coronadas de nieve, es escalador, el andinista caminante, el pirquinero de los cerros solitarios o dentro del desierto abrasador de nuestro norte, donde la soledad se siente en el alma, ellos deben de escuchar constantemente el susurro de silencio, igual que otras personas no mencionadas, quienes todas siente las sensación antes mencionada.

Que pequeño es el ser humano ante la naturaleza, conozcamos , aprendamos a quererla, amarla con fuerza interna, conservarla, seamos previsores del futuro y no temamos contemplarla en su inmensidad en cada momento en su silencio prolongado que nos rodea y que el susurro del silencio nos envuelva para que nos sintamos acompañado por el soplo divino de la vida que es trasmitido por el movimiento constante y eterno de todos los elementos de la naturaleza ya que tal vez dios esta próximo a nosotros rodeando o generando el susurro del silencio.

lunes, 19 de mayo de 2008

lunes, 5 de mayo de 2008

Cruces al Viento


Por Walter Contreras Aubaret

El movimiento eterno del mar, nos trae energía y vida, y nuestro océano, a través de la historia del hombre, nos ha entregado el sustento a generaciones de humanos. ¿Quién no se siente fascinado de observar el movimiento permanente del mar, su inmensidad, el golpe de las olas en el roquerío, el salto del agua que invade el cielo, donde al caer la llovizna, nos muestra los multicolores de la luz, la espuma y el remolino en la escollera que se queda para la recogida? Nuevamente se repite el movimiento eterno en una forma distinta o igual; Mundo cambiante de armonía y paz espiritual.

La búsqueda del alimento, la generación de vías de comunicación, y la admiración de este, nos ha traído innumerables actividades económicas a saber a través de los tiempos; la pesca deportiva, artesanal e industrial, junto a ellas, grandes líneas de transporte marítimo, turismo, etc. Las que empezaron de manera insipiente, y de aventura hasta lo que hoy conocemos.

Como toda actividad humana, no esta ajena al riesgo y al peligro, y ello se ve plasmado en los escritos y los relatos, como también en el recuerdo de los hijos del mar, donde al caminar por nuestro litoral o mirar desde la embarcación hacia la costa, observamos sobresalientes sobre los acantilados o requeríos, las cruces al viento, donde sus brazos extendidos nos entregan un grito de silencio y oración, avisando que en dicho lugar ha dejado de existir un amante del mar, ya sea, marinero, pescador, mariscador, turista, etc. Que por imprudencia, temeridad, desconocimiento o tormentas, ha caído en el seno del mar, en la misteriosa lucha incesante entre la vida y la muerte.

Las cruces al viento, nos entregan un mensaje y un grito de alerta a la prevención y al cuidado con que deben realizarse las diferentes labores del mar, donde deben conocerse todas las variables que lo conforman; el tiempo, el viento, el estado del mar, como sus corrientes, rocas y musgos. Estudio permanente de conocimiento para adoptar las medidas preventivas que señalan un juicio, y con ello, los pescadores, al finalizar nuestra existencia, podamos navegar a través del pensamiento por nuestro mar, al compás del viento y las olas caprichosas, sintiendo el ruido del agua al chocar con la proa del bote, hasta que el capitán nos lleve a puerto seguro ante los nuestros o al dios que tiene cada pescador.